Peter Pan es un personaje de la literatura creado por James Matthew Barrie para una obra de teatro llamada “Peter Pan y Wendy”, que se estrenó en 1904 y se popularizó gracias a la película animada de Disney (1953). Su principal característica es que no crece, tiene 10 años y detesta el mundo de los adultos. Con esa idea en mente, en 1983, el psicólogo estadounidense Dan Kiley publicó el libro “El Síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece”.
Se trata de un fenómeno social cada vez más extendido: adultos que hasta edades avanzadas conviven (por lo general) con sus padres, dependen económicamente de ellos y se caracterizan por una forma de vida marcadamente adolescente e incluso infantil en algunos aspectos. En inglés se les conoce como kidults.
No se encuentra definido como una enfermedad psicológica, pero varios expertos consideran que varias de sus características pueden estar enmascarando patologías mentales que necesitan tratamiento profesional.
Son varias las explicaciones que se dan para este tipo de comportamiento. Algunos especialistas apuntan hacia la existencia de familias sobreprotectoras que no asignan ninguna responsabilidad a sus hijos, que a la larga no desarrollan las habilidades para desenvolverse en la vida adulta. Allí se incluye la falta de límites, que relaja excesivamente la idea de autoridad, al punto de que se borra por completo el manejo sano de la frustración y la incertidumbre.
Detrás de cada “Peter Pan” existen carencias afectivas, hallar la raíz del problema en cada caso es imprescindible para avanzar. La persona tiene que aprender a manejar situaciones de frustración sin victimizarse y aprender a preocuparse por las necesidades de las personas de su entorno, no solo por las propias.
Quienes padecen el Síndrome de Peter Pan se resisten a crecer, así que su vida adulta está marcada por la irresponsabilidad, la falta de compromiso, impulsividad, falta de proyección, entre otras características. Por lo general, asumir este escenario es el primer paso para comenzar a superarlo y la terapia es de mucha utilidad para hacerlo.
El experto se enfocará en que la persona asuma sus responsabilidades, gestione sus emociones e incremente su autoestima. En este sentido el desarrollo de habilidades de inteligencia emocional puede resultar muy útil.
Otro aspecto con el que debe lidiar quien está sumido en el Síndrome de Peter Pan es evitar el sentimiento de víctima y hacerse cargo de su vida, tal vez pasar por el proceso de perdonar errores en su crianza y malas decisiones propias. El objetivo es mirar al pasado (y la infancia) como un periodo cerrado que si bien dejó sus marcas, solo debe servir para seguir avanzando y no como un ancla que imposibilite el avance.
Una idea clave es asumir que madurar no significa perder eso que algunos llaman “la parte infantil” que todos tenemos, sino moverse a otra etapa de la vida donde existen otras experiencias que vivir, muchas veces nuevas redes de amigos e incluso lugares por conocer.