La escucha activa es una estrategia que busca conseguir un diálogo eficiente, donde el centro está puesto en escuchar para interpretar y asimilar todo el contenido expresado por el hablante.
Su objetivo es desarrollar habilidades de comunicación que garanticen un diálogo fluido con aplicaciones tanto en la vida personal como en el ámbito laboral. Se centra en prestar atención y enfocarse en lo que dice la otra persona para entender más que para tener una respuesta preparada.
La escucha activa es una muestra de respeto que construye relaciones, aumenta el conocimiento sobre las otras personas, genera ideas y ayuda a fortalecer las relaciones interpersonales.
Cuando alguien se siente escuchado se relaja, se abre y se siente libre para mostrar su mundo interior, sus creencias y valores.
Existen algunas estrategias básicas para entrenarse en la escucha activa. No es cuestión de solo un momento, sino un hábito para comunicarse. Por eso es clave tener en cuenta algunas recomendaciones:
– Mire al que habla. Todo el proceso de escuchar comienza prestando atención a la otra persona, por eso mientras dura la interacción hay que evitar las distracciones. El contacto visual es clave también para captar lo que se dice con el lenguaje corporal, ya que la comunicación no son solo palabras.
– No interrumpa. Es una muy mala actitud no dejar que la otra persona cierre sus ideas. Contribuye poco a la comunicación y por eso se invita a tener paciencia y permitir que se exprese.
– Evite juzgar. Es poco constructivo asumir conclusiones y ser un buen oyente al mismo tiempo. Es por eso que debemos evitar juzgar, al menos hasta tener todos los elementos que nos permitan hacernos una idea más completa y eso se alcanza escuchando.
Uno de los beneficios de la escucha activa es que crea relaciones interpersonales más completas, absorbiendo información y contenido relevante. Además, genera confianza y muestra un interés genuino en las otras personas.
La escucha activa es también un ejercicio de empatía. Ubicarse en el lugar del otro implica prestar atención a lo que nos transmite con sus palabras y gestos. Esto ayuda a fortalecer los lazos familiares, a producir equipos de trabajo más consolidados y a la reducción de conflictos, así como a estrategias más efectivas para solucionarlos cuando se presenten.