Si te dieran a elegir entre más tiempo o más dinero, ¿cuál opción escogerías?

Si se tratara de unas vacaciones en la playa, seguramente pagarías por un vuelo directo para estar un par de horas más sintiendo la arena bajo tus pies. Por otro lado, tal vez aceptarías un trabajo mejor pagado aunque tuvieras que quedarte mucho más tiempo en la oficina.

Uno de nosotros, el profesor Hershfield, hace poco se enfrentó a esa elección: recibió una invitación para dictar un seminario de fin de semana en otro estado, pero tenía una bebé en casa, de apenas 12 semanas de nacida. El sueldo que recibiría serviría para cubrir los gastos para su cuidado, pero el trabajo implicaba que se perdería dos días de asombro, alegría y vinculación con ella.

El valor del dinero era fácil de cuantificar, pero era más difícil asignarle un valor a la cantidad de tiempo que no estaría con su familia. Determinó que solamente le quedaban 222 fines de semana antes de que la bebé se fuera al kínder, momento en el que las horas de calidad en familia cederían paso a los viajes compartidos a casas de amigos.

¿Qué lo haría más feliz: el dinero o el tiempo? Como parte de un proyecto de investigación, le hicimos esta pregunta a más de 4000 estadounidenses con y sin hijos de distintas edades, diferentes niveles de ingreso, ocupaciones y estado civil. Publicamos un artículo en la revista especializada Social Psychological and Personality Science en el que explicamos que la mayoría de las personas le dan más valor al dinero que al tiempo. El 64 por ciento de las 4415 personas a las que les hicimos la pregunta en cinco encuestas optó por el dinero.

¿El dinero es la elección correcta? Tuvimos que pedirles a nuestros entrevistados que nos hicieran saber su nivel de felicidad y satisfacción de vida. Descubrimos que la gente que optó por el tiempo era estadísticamente más feliz y estaba más satisfecha con la vida que la gente que eligió el dinero. Por consiguiente, el dinero podría no ser la decisión correcta.

No obstante, tal vez este resultado simplemente muestre que las finanzas de las personas que eligen el dinero son más limitadas y por lo tanto son menos felices. Para comprobar lo anterior, también le pedimos a los encuestados que nos hicieran saber su ingreso familiar anual y la cantidad de horas que trabajan por semana (para medir qué tanto tiempo tienen).

Descubrimos que incluso cuando considerábamos de manera uniforme la cantidad de tiempo libre y dinero (así como la edad, el género, el estado civil, la paternidad y el valor dado a las posesiones materiales), la gente que eligió el tiempo y no el dinero seguía siendo más feliz. Así que si tuviéramos a dos personas que fueran por lo demás iguales, aquella que asentara que el tiempo es más importante que el dinero sería más feliz que la que solo optara por el dinero.

Nuestra investigación no afirma que tener más de uno u otro recurso es mejor o peor para la felicidad. Otro estudio analiza la relación entre la riqueza y la felicidad sugiere que, por ejemplo, un mayor ingreso se relaciona en forma positiva con la felicidad hasta un cierto punto (75.000 dólares, en Estados Unidos) y la satisfacción de vida continúa aumentando mientras mayor es el ingreso.

Sin embargo, nuestra investigación demuestra que el valor que le dan las personas a estos recursos sí predice la felicidad. Los participantes de nuestros estudios que eligieron que el tiempo era más importante que el dinero evaluaron estos recursos de manera distinta y tuvieron distintas intenciones para invertir el dinero o el tiempo obtenido.

A diferencia de aquellos que eligieron el dinero, que eran más propensos a obsesionarse con no tener suficiente, las personas que optaron por el tiempo se concentraban más en qué hacer y planeaban “invertirlo” en cosas que querían y no en lo que necesitaban (por ejemplo, cultivar un pasatiempo en lugar de realizar las tareas del hogar) y en dedicárselo a otras personas: estas dos formas de invertir el tiempo se relacionan con mayores niveles de felicidad.

Si, cuando contestaron nuestra pregunta abierta, eligieron el dinero, no se preocupen. Presentamos esta elección como una reflexión de una preferencia estable, pero hay lugar para el cambio. Cuando le preguntamos a un grupo de participantes que volvieran a elegir entre uno y otro un año después, algunos (un 25 por ciento) cambiaron de opinión. Asimismo, al realizar un experimento en el que le pedíamos a la gente que se concentrara en el valor del tiempo (mencionando las razones por las que querían más tiempo), se sintieron más felices que aquellos a los que les pedimos que se concentraran en el valor del dinero (quienes también mencionaron las razones por las que querían más dinero).

En nuestra búsqueda de felicidad, nos enfrentamos continuamente a decisiones grandes y pequeñas que nos obligan a poner el tiempo y el dinero en una balanza. Por supuesto, algunas veces no hay elección: tenemos que ganar ese dinero extra con el fin de que nos alcance para lo básico. Sin embargo, cuando la posibilidad de elegir más tiempo y no más dinero es algo que sí podemos elegir (a pesar de la tendencia generalizada a hacer lo contrario), este es un buen signo de que encontraremos la felicidad que buscamos.

Y bien, ¿el profesor Hershfield se fue de viaje y ganó un poco más para cuidar a su bebé o se quedó en casa para estar con ella? Él ya conocía nuestra investigación, así que decidió quedarse en casa.

Fuente: The New York Times

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