Como ocurre con muchos alimentos, el consumo de cerdo tiene sus ventajas y sus desventajas. Su valor nutricional lo ubica como una rica fuente de proteínas, e incluso puede resultar más saludable que otras carnes. No obstante, no está exento de sus contras.
La carne de cerdo contiene proteínas de alto valor biológico y prácticamente no tiene carbohidratos. Es rica en vitaminas del grupo B y en minerales como hierro, zinc, fósforo y potasio. No es alta en contenido de sodio ni ácido úrico. Su aporte energético es de unas 120-330 kcal por cada 100 gramos.
Al igual que el pescado, contiene omega 3, que contribuye al desarrollo del sistema nervioso y del cerebro, además, previene el riesgo de enfermedades cardiacas y disminuye la presión arterial.
Uno de los mitos que rodea al consumo de cerdo está relacionado con la presencia de grasa. Sin embargo, la que contiene es más saludable que la de otras carnes debido a que su proporción de ácidos grasos mono y poliinsaturados compensa los efectos de la grasa saturada y el colesterol.
La industria de la crianza de estos animales ha trabajado en disminuir el valor calórico de su carne. Además, algunos cortes específicos aportan menos colesterol que las carnes rojas, como las piezas más magras que proporcionan entre 60 y 80 miligramos por cada 100 gramos, una cifra que está por debajo de las carnes de cordero o las vacunas.
Por otro lado, una de las principales precauciones que se debe tener al consumir cerdo es garantizar que esté bien cocido. A diferencia de la carne de res que puede comerse a media cocción o término medio, esta debe estar muy bien cocinada para evitar el riesgo de una infección bacteriana llamada triquinosis. Además, su consumo en exceso puede provocar malestares gastrointestinales.
También es importante su conservación, como con todas las carnes, pero si esta se mantiene mucho tiempo a temperatura ambiente, se corre el riesgo de que desarrolle una bacteria que ocasiona diarreas y dolores abdominales.
Es común ver la carne de cerdo en preparaciones como embutidos. A diferencia de cortes que provienen directamente del animal, estos productos suelen ser procesados (jamón, chorizo, patés, salchichas), por lo que su contenido en sodio y colesterol tiende a ser muy elevado y por ello se recomienda prestar mucha atención a la etiqueta para valorar su consumo.
Hay circunstancias y condiciones específicas en las que no es recomendable comer cerdo. Es el caso de personas que padecen gota, insuficiencia renal, trastornos hepáticos, hipertensión arterial o pacientes oncológicos.