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Nutrición en la tercera edad

La nutrición es fundamental para promover la buena salud y en cada etapa de la vida tiene unas características particulares que se deben tomar en cuenta. Es el caso de la alimentación en la tercera edad, ese periodo que los especialistas ubican a partir de los 60 años.

La evolución natural de las funciones del cuerpo en la edad adulta hace que se modifiquen las necesidades nutricionales. Además, puede ser muy específica, debido a los padecimientos de salud que pueden venir con la edad, lo que hace que la dieta sea prácticamente personalizada.

En la tercera edad disminuyen las necesidades energéticas, debido a la disminución progresiva de la masa muscular y la densidad ósea. Los expertos estiman que desde los 60 años se necesitan unas 2.100 kilocalorías diarias, una disminución de 600 kilocalorías, en comparación un adulto joven.

Los riesgos de malnutrición entre los adultos mayores crece debido a alteraciones de sus rutinas en algunos casos por el cese de actividad laboral, pérdida de piezas dentales, así como enfermedades crónicas o degenerativas que incluso pueden limitar su autonomía.

Los nutriólogos recomiendan que en esta etapa de la vida no se aborde desde la perspectiva prohibitiva, que convierte el momento de la comida en una monotonía sin gusto. Por ello aconsejan elaborar menús variados y atractivos que incluyan varios nutrientes en una preparación como las sopas, las cremas o las papillas. Además, de cereales no procesados, yogures y frutas.

Por otra parte, es necesario reforzar el consumo de vitaminas, bien sea por la vía de los alimentos que la proporcionan, como por vía de complementos. Por ejemplo, la vitamina D se recomienda, debido a que con la edad, el cuerpo va perdiendo la capacidad de producirla, por lo que además de su versión farmacéutica también debe incluirse en la dieta comidas a base de atún, sardina, salmón.

Además, es clave reforzar el consumo de las vitaminas del complejo B, hierro, calcio y zinc. Por ello es importante el consumo de carnes rojas, huevo, espinaca, brócoli y granos.

Por otro lado, también es una etapa para tener en cuenta la moderación. Es el caso del alcohol, el café y las frituras. Los primeros dos son estimulantes y tienen a irritar el estómago, mientras que las últimas son poco recomendadas por sus efectos en el colesterol. Algo similar ocurre con el azúcar y la sal, cuyo uso es recomendable disminuir y en algunos casos hasta sustituir.

Finalmente, la hidratación es una pieza clave del bienestar en la tercera edad. Las personas mayores corren mayor riesgo de deshidratarse rápidamente, por lo que ingerir agua constantemente es altamente recomendado.

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