Propósitos de año nuevo, cómo hacer planes realistas

La llegada de un nuevo año es siempre una oportunidad para reflexionar sobre qué queremos hacer en los siguientes 365 días. Los tiempos de incertidumbre que nos han tocado vivir por eventos como la pandemia de Covid nos han puesto a pensar en cómo aprovechar más el tiempo o salir adelante en medio de condiciones extremas. La mejor forma de hacerlo es planificando, pero de forma realista, con los pies puestos en la tierra.

Si algo nos enseñó el año 2020 es la importancia de los planes B, pensar en las alternativas si las condiciones no nos permiten cumplir con lo que nos propusimos, pero sin dejar de lado aquello que queremos o necesitamos hacer.

¿Dónde están tus pasiones? Las emociones son el motor de nuestra vida, sin ellas no hay movimiento. Eso implica que donde está el corazón, está nuestro tesoro. Ese es un punto de partida clave para fijar planes realistas porque debemos fijar nuestra mirada en aquello que nos mueve, donde sabemos que fluimos y somos felices. Esto no es una invitación a lo irracional, sino más bien a conocer nuestro sentir e identificar cómo nos puede impulsar a lograr objetivos.

¿Qué necesitas lograr? Hay una obvia diferencia entre querer y necesitar. Hay cosas que queremos hacer y nos cuesta poco lograrlas o aceptamos con valor el esfuerzo. Por otro lado, hay otras metas que necesitamos y que tal vez nos cuesta más poner el empeño para alcanzarlas. La lista depende de cada persona, puede ser terminar una carrera, bajar de peso, comer más saludable o dejar de lado un hábito o relación dañina. Si te querés fijar un propósito realista para el año próximo toma en cuenta estas metas.

Una cadena de logros. Cada quien va a su ritmo, así que lo importante es ir avanzando. Pensá que un año es solo una marca en el calendario y no una caja o una celda. Eso quiere decir que no debemos pensar a largo plazo, eso hay que hacerlo, pero en cuanto a metas realistas es valioso concentrarse en los pasos que se van dando. Así que te podés fijar metas para lograr en cierta cantidad de días. Ese logro lo encadenás con otro y así. Por ejemplo, un propósito de año nuevo puede ser “hacer dieta” (un clásico). Pero ¿cómo convertirlo en una cadena de logros? Podés empezar por decidir comer menos carbohidratos y colocás a febrero como el mes de menos pasta.

Si no se cuenta no se evalúa. Es importante que los propósitos sean medibles. Por ejemplo, si querés retomar el hábito de la lectura o ayudar más a otras personas. Hay que ponerse un número. Por ejemplo: “Voy a leer un libro cortito antes de que llegue junio”, “Voy a donar un 5% de mi salario a una organización comunitaria”, y cosas así. Así podés medir el avance que llevás y eso es también parte de una cadena de logros.

El abecedario tiene más letras. No existe el plan perfecto. Tus propósitos de año nuevo pueden tener plan b, c, d, etc. Para esto ayuda pensar el punto anterior en rangos, es decir, si tu meta es regresar al gym y te inscribís en uno flexible, tu meta puede ser ir entre dos o cuatro veces a la semana (o al mes), si lográs dos, estás dentro del rango. ¿Y si cierran los gimnasios? Pues se activa el plan b: rutina de ejercicio en casa en el mismo horario y con el mismo rango.

Y si sentís que no podés… Busca ayuda profesional, es una opción muy realista y sencillamente indica que estás consciente de que tus ideas necesitan estar en orden y para ello un coach o un terapeuta son muy útiles. Es como usar las rueditas de la bici, luego irás por tu cuenta.

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