El primer bebé marca el inicio de una nueva era para las parejas. La familia crece y ahora es un hogar de tres lo que tiene un impacto emocional y una transición en la relación. La transformación de pareja a padres involucra un aprendizaje basado en un proyecto común.
Ambos integrantes de la pareja tendrán que asumir un rol en un terreno hasta ahora desconocido. Esto implica cambios en la atención del uno al otro y su combinación con las actividades que giran alrededor de las necesidades del recién nacido.
Es un camino difícil de transitar, pero con voluntad y buena comunicación se puede encontrar la ruta para evolucionar en el rol de padres sin descuidar la pareja.
Entre los problemas más comunes se encuentran la falta de tiempo u organización para ocuparse de las tareas cotidianas, la idea de que se renuncia a la intimidad, la diversión o el buen descanso; la distribución de las responsabilidades; así como la autoexigencia o la presión para desenvolverse lo mejor posible.
Los expertos recomiendan que el cuidado de la pareja sea lo siguiente en la lista de prioridades después del cuidado del bebé. Un punto importante es que ambos entiendan que ya no será posible seguir el ritmo de vida en pareja como era previo a la llegada de los niños. Así, hay que reconfigurar los momentos de pareja, que obviamente irán variando conforme los hijos van creciendo. En ese sentido, pueden ir desde compartir un café a solas hasta un viaje de vacaciones.
Los psicólogos recomiendan enfocar este estreno en el mundo de la paternidad como un proyecto común, donde cada parte aporta y entre ambos contribuyen al bienestar de los tres. Se trata de hacer equipo, lo que implica armonizar las concepciones sobre los roles, la crianza y el papel de la familia extendida. El diálogo y la planificación son herramientas que acompañarán la voluntad de ser buenos padres y una sólida pareja.
Sin duda alguna que una de las rutinas que hay que recomponer tiene que ver con la vida sexual de la pareja. El cansancio, las secuelas del parto y el estrés pueden reducir el deseo en ambos padres el deseo de tener un momento íntimo como antes.
Es claro que después del primer hijo se está en una nueva etapa sexual de la pareja, donde el principal reto es no quedar atrapados en la rutina que supone vivir solo para cubrir las necesidades del bebé. En este sentido es clave la comunicación, prevenir el deterioro de la relación íntima a través de compartir las expectativas y visiones de cada uno. Tampoco se debe descartar pedir ayuda profesional, en caso de que no se aprecie con claridad la ruta para superar esta situación.